Hace dos años, nuestro profesor de sociología nos ofreció la oportunidad de poder participar como voluntarios en la asociación APAT (Asociación para personas con autismo de Toledo). Y ante la grata experiencia que me dió, he decidido exponerla para animaros a todos, en especial a los docentes, a que por lo menos una vez en la vida lo experimentéis. Y para hacerlo de una forma más creativa y entretenida, lo haré contando un cuento
Había una vez una chica llamada Isabel que decidió hacer unas prácticas para la clase de sociología para no tenerse que leer un libro, y en este caso, ella decidió hacerlas, en una asociación llamada APAT.
Primero tuvo que ir a una reunión donde le estuvieron explicando todo, y después le hablaron de la primera actividad propuesta, que consistía en ir a Tomelloso a pasar el día, ella no se lo pensó dos veces, así que junto con su amiga y compañera Lucía, decidió apuntarse.
Cuando fue a esta práctica, Isabel estaba un poco asustada ya que era la primera vez que trataba con chicos y chicas así, además; las propias monitoras la estuvieron contando algunas de sus experiencias y claro que había muchas buenas, pero también alguna que otra mala... Como la que se le quedó desafortunadamente grabada a fuego, claro, tras escuchar esto, los nervios y temor de Isabel aumentaron tanto como cuando le toca exponer en clase.
Llegaron al sitio y ella con el resto de voluntarios y monitoras se metieron en una sala con estos chicos que tenían desde los 3 hasta los 20 años, Isabel, aunque no sabía muy bien que hacer, poco a poco se fue juntando con algunos niños y al final, acabaron jugando todos con todos. La actividad terminó, y con un poco de pena por despedirse de los muchachos, las monitoras le llevaron a su casa.
Se lo pasó genial ese día y aprendió muchas cosas de cada uno de ellos, por eso quiso repetir y he realizado hasta el día de hoy más actividades que la han llevado, no solo a conocer más acerca del autismo, también el lenguaje de signos, el trato con niños, la convivencia y lo más importante, que podríamos poner como la moraleja de esta historia...es que aunque al principio lo desconocido nos de miedo, luego cuando empecemos a conocerlo, nos vamos a llevar una sorpresa, y en el caso de estas personas, está bien que intentemos conocer lo que les pasa, pero está mucho mejor intentar conocer quiénes son.
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